Preparando la cena de una buena noche

La necesidad de tocarle surgió en la cocina. A ella le gustaban esos momentos cuando el deseo viene de repente, fugaz y porque sí. Imaginarlo y ponerlo después en práctica en el lugar en el que vino. El impulso le llegó esta vez viéndole de espaldas picando cebolla. Ocupado así, coló las manos por su espalda recorriéndola hasta sus hombros, bajando hasta sus axilas, llevándolas hasta sus pezones a los que dedicó una especial atención rozándolos con las yemas de sus dedos, acompañando esa caricia con una suave presión de su vientre contra su trasero y apoyando su rostro en la espalda. Notó cómo se habían endurecido los pezones entre sus manos y un audible gemido, solo en esa distancia, de él, le advirtió que había llegado el momento de continuar su trayectoria. Así que sus manos fueron a parar al botón de su pantalón colándose hábilmente hasta rozar su polla, ardiente, deseosa de sus caricias. Él ya había soltado el cuchillo y se apoyaba con ambas manos en la encimera, entreabierto de piernas, flexionadas para facilitar las caricias que acompaña con un suave movimiento de caderas... Tras unos cuantos segundos que le permiten a él concentrarse en ella, se da la vuelta, sorprendiéndose gratamente al verla ya que solo lleva un minúsculo tanga y una chaqueta entreabierta por la que se adivina la voluptuosidad de su pecho... Con un suave movimiento la sienta en la encimera procurando que sus muslos estén separados. Mientras él se acerca, coge una cuchara de madera que suavemente empieza a recorrerla por el cuello, descendiendo hasta los pezones que los rodea y en los que, tras una pequeña parada, sirven como impulso para bajar hasta el vientre de ella y, de ahí, al tanga en el que se entretiene rozándolo con la cuchara y presionando donde se intuye la humedad... Esos toques la excitan aún más como lo demuestra ese movimiento de caderas que parecen buscar la parte más prominente y dura de la cuchara, mientras la mano, busca la dureza que asoma sobre los pantalones para frotarla en un movimiento recíproco de ternura sexual.
La mano de él llegó abajo, entre las piernas de ella, resiguiendo la curva irresistible de sus nalgas, y con un dedo alcanzó la raja desde fuera de sus bragas. La tela estaba empapada de secreciones; él sintió como su pecho se fundía mientras frotaba y empujaba bien adentro, entre sus piernas, masajeando los labios vaginales, abarcando todo el pubis con su mano. Durante mucho rato solo se concentraron en las placenteras oleadas de ternura satisfecha que fluían del calor interno de sus cuerpos y del hormigueo de los dedos. Ella estaba al borde del orgasmo mientras él apretaba y acariciaba su clítoris. Con un movimiento casi felino, se deshizo de la dulce presión de él y bajó bajó hasta agarrar con sus manos la polla. Tiró con fuerza, apoyando el codo en el vientre de él, como si quisiera arrancar su verga de cuajo. Lo que ella deseaba es que fuera realmente una mujer. Pero sin importar lo femenina que puede llegar a ser el alma de un hombre, allí seguía su polla para negarse a ello. Se fundieron en un momento nebuloso de decisión como si quisieran quitarse de enmedio aquella cosa rígida de la forma más orgánica posible, asi que ella propuso la eyaculación de él. Así que levantó su culo para que la polla de él entrara con más facilidad y empezó a menearse, bañándole con la plena exquisitez de su regalo, el acceso a su cuerpo, piernas sobre piernas, torso sobre espalda.
Empezó a mover la pelvis en círculos, al mismo tiempo que empujaba adelante y atrás. En cada movimiento que él se apartaba de ella se excitaban los nervios de su polla, arrastrando el flujo de sangre hasta la punta sensible. En cada movimiento de acercamiento y hundimiento dentro de ella, hasta el fondo de su pozo transmitía la corriente a su vientre. Él lanzó un grito sintiendo el comienzo de su orgasmo. Cambió inmediatamente de marcha y continuó, incansable, subido a la cresta de la ola. También lo sintió ella y se puso en sintonía para acoger la sustancia que estaba a punto de estallar como un torrente. Por los altavoces del equipo de música empezaba a sonar "Nessun Dorma", las notas que Puccini inmortalizó en "Turandot" y que Pavarotti derramaba sobre los amantes.
Momentos antes de correrse, ella separó ligeramente las piernas para abrirse más a él. Con un largo y sofocado grito él dejó que su fisiología siguiera su curso y su cuerpo se precipitó dentro de ella con toda la furia contenida de una balsa gigantesca cayendo por una cascada. Ella lo estrujó en el momento culminante hasta el último latido, y luego se derrumbó en el suelo de la cocina, con contracciones salvajes y espasmódicas de su vientre.
Y de ahí, a la deriva de la duermevela por una zona entremezclada de pensamientos y sueños, sin darse cuenta que su cena de Nochebuena se había quemado en el horno. Sonrieron porque ellos ya habían tenido su cena en una buena noche. En una noche excelente.
8 comentarios
Para Pléyades, de blanca sacerdotisa -
Pléyades -
Lo del beso enmorrado... como que no lo entiendo ¿Me hace una clase práctica porfis?
Para Kaleidoscopio, por la tradición cada día del año -
Para Pléyades, por la costumbre más sana... -
P.S. Cierra los ojos y comprueba el efecto multiplicador del orgasmo que tiene el aria cuando llega a "¡Al alba vincherooooo! ¡Vincherooooooo! ¡Vincherrroooooooooooooooooooo!!"
Para TERESA, en la sección de oportunidades -
Kaleidoscopio -
Pléyades -
Eso si...cuidado con el fuego en noches de pasión, no vaya a ser que las llamas sean algo más que una metáfora.
P.D. Un acierto lo de "Nessun Dorma" intenso y delicado a la vez . Un beso
TERESA -
Pronto llegara un nuevo año y con el nuevas ilusiones y grandes sorpresas.Estoy segura que sera un año nuevo cargado de grandes oportunidades para ti y los tuyos..
Besos...
Y disfruta,todo lo que puedas y mas.
TERESA